Dedalus and Arianna

Sobre Giulio Regeni sabemos solo que fue un científico joven en la universidad de Cambridge, que se había ido a El Cairo para preparar el doctorado sobre el papel social y económico de los sindicatos independientes en la sociedad egipcia tras la caída de la presidencia de Muburak. Durante su proyecto pudo investigar y seguir de cerca la actividad de numerosos sindicados no formales y hablar con sus activistas, así como observar con atención el dinámico movimiento popular que se formaba de manera espontánea debido a la expansión de la libertad política después de la revolución de 2011.

Giulio Regeni murió en extrañas circunstancias el día 25 de enero del año pasado por la mañana, en el quinto aniversario de la revolución en la plaza Tahrir. Salió de casa como solía hacerlo muchas veces antes y por 12 días siguientes no se oía nada de él, hasta el día 6 de febrero cuando hallaron su cuerpo descuartizado, irreconocible por numerosas lesiones, dejado casi en el desierto, al lado de la autopista de El Cairo a Alejandría.

Todavía no hemos conocido la verdad sobre Giulio Regeni. Han surgido muchas noticias falsas sobre su desaparición, reconstrucciones abreviadas, muchas pistas falsas y palabras de colaboración durante la investigación expresadas por parte de los investigadores egipcios que se quedaron solo en el papel. Lo único que sabemos es que el resultado de aquella investigación que podía llamarse una farsa fue el enfriamiento de las relaciones diplomáticas entre Italia y Egipto, con la consiguiente dimisión del embajador italiano en El Cairo. ¿Cómo entonces murió Giulio Regeni y por qué fue perseguido por los servicios secretos del régimen del general al-Sisi?

¿Tendría razón Jean Lachapelle, investigador de la universidad de Turín y experto de la política egipcia y del sindicalismo, cuando dice que los servicios de seguridad podían interpretar erróneamente el trabajo de investigación de Giulio Regeni considerándolo un “intento de golpe contra el régimen?”

Se pueden observar ataques constantes del régimen contra los sindicatos acusados de recibir fondos ilegales de las organizaciones internacionales para organizar protestas de los trabajadores e incitarles a rebelarse contra el sindicato oficial, Federación Egipcia de Sindicatos (ETUF), la única formación no solo reconocida, sino también apoyada por el régimen que, según la opinión divulgada, se comporta como un verdadero “protector” de la actividad de ETUF.

El objetivo es obvio: criticar y penalizar el papel de los sindicatos, organizaciones de la sociedad civil y, en términos más generales, fuerzas democráticas en los ojos de la opinión pública. Egipto es un país en que existe un ambiente de limitación preocupante de las libertades públicas, donde la oposición en cualquier forma es silenciada por el régimen que ha convertido la represión en su arma general para luego enmascararla en los ojos de los gobiernos extranjeros y socios comerciales internacionales usando una retórica desgastada de la “guerra contra el terrorismo”. En este caso podemos aprender mucho, pero negativo, del modelo turco. Sin embargo, parece que para el gobierno del general al-Sisi y sus antecedentes el terrorismo islámico nunca había sido el verdadero enemigo.

El único verdadero peligro para la autoridad absoluta de los déspotas egipcios siempre han sido el laicismo y la oposición socialista – los valores que hoy más que nunca se encarnan en los sindicatos independientes que desafían al régimen y preparan el camino para cambios futuros. Giulio Regeni entendía muy bien ese aspecto de la actividad sindical escribiendo que muchas de aquellas iniciativas espontáneas “derrumben los muros de miedo” y “cuestionan la retórica usada por el régimen justificando su existencia y la represión de la sociedad civil”. Como un investigador con experiencia, Giulio Regeni con atención interpretaba las transformaciones que ocurrían en el contexto egipcio, prestaba atención al papel importante de las mujeres, observaba las huelgas y protestas organizadas en diferentes partes del país por los trabajadores de las plantas textiles, de cemento, del sector de la construcción, en un sistema en que protestas en forma de abstención de la prestación del trabajo se consideraron ilegales en la sentencia del Tribunal Administrativo Supremo, de 28 de abril de 2015, en la cual los sindicalistas pertenecientes a los sindicatos no formales no se reconocían, no podían publicar documentos so pena de sanción, detención, privación de la libertad, hasta la muerte en los casos más serios.

El Egipto de hoy está muy lejos del país imaginado por los egipcios hace 5 años. Es tan diferente, pero a la vez fundamentalmente tan semejante al país de antes de la revolución. Se restablece el antiguo aparato que, igual que en el pasado, no es capaz de responder a los problemas del país que se encuentra en la crisis económica y generacional, donde la tasa de desempleo entre los jóvenes llega a un 25% (un 54% entre las mujeres), la mano de obra son 27 millones de personas y la población alcanza casi 90 millones.

Desde el año 2011 el espacio para a expansión de las libertades políticas que dio comienzo a centenares sindicatos nuevos se ha convertido en un espacio de represión y debilitamiento donde predomina el miedo. No es nada accidental que dos de las nuevas federaciones sindicales independientes, Federación Egipcia Independiente de Sindicatos (EFITU) y Congreso Democrático Egipcio de Trabajo (EDLC) no se reúnen en asambleas generales desde el año 2013.

Como escribía Giulio Regeni, independientemente de la fragmentación existente del movimiento en que cada uno de los sindicatos funciona prácticamente de manera autónoma a nivel local, hay un afán vivo por unificarse, participar y realizar acciones comunes. Esa necesidad fue debidamente interpretada por el Centro a favor de los servicios sindicales y laborales (CTUWS) que no es representativo en el contexto heterogéneo de un mundo sindical egipcio, sin embargo, es cierto que constituye uno de los puntos de referencia más importantes para el movimiento sindical independiente en su última fase.

Empezando por la revolución egipcia de 25 de enero de 2011 hasta el día de hoy, el único cambio que vale la pena mencionar en un “nuevo” Egipto ha sido la aprobación de la nueva carta de constitución que, actualmente, no importa más que el papel en que se escribió y no se aplica. Su artículo 76 establece que “los trabajadores tienen la libertad de constituir sus propios sindicatos”, entre otros.

Este proceso ocurre sobre todo gracias a los esfuerzos de la oposición que hoy más que nunca es representada por la actividad de los sindicatos independientes y sus líderes forzados a trabajar en circunstancias cada vez más difíciles debido a la presión ejercida. Sin embargo, hasta el día de hoy está en vigor un acto que regula el funcionamiento de los sindicatos: ley de 1976, es decir, la norma que omite la constitución y limita el derecho de los trabajadores organizarse, prohibiéndoles formar sindicatos independientes y denegando la existencia de cualquier tipo de organización menos la Federación Egipcia de Sindicatos (ETUF), un sindicato burocrático que está muy cerca del régimen y es acusado de trabajar solo por el interés de las autoridades.

Para oponerse a esta ola de represión y proteger las actividades de los sindicalistas independientes el Centro a favor de los servicios sindicalistas y laborales (CTUWS) asumió el papel de promotor de la campaña cuyo objetivo es prevenir el número creciente de los ataques contra los derechos de los trabajadores. La iniciativa llamada “Together for Labour Freedoms” ha recibido el apoyo de más de 15o entidades entre las cuales se encuentran los sindicatos y sus líderes unidos durante una reunión muy numerosa que tuvo lugar el día 11 de diciembre del año pasado y en que participó también Giulio Regni que escribió un artículo sobre el mismo publicado en el diario “Il Manifesto”.

La historia Giulio Regeni cuatro meses má tarde sigue estando en el centro del debate de la opinión pública egipcia, en particular entre los sindicalistas y trabajadores quienes a diario luchan por estos derechos que quería describir el joven científico, quienes sin dudas firmaron la campaña LabourStart y quienes hoy, como nosotros, reclaman la verdad sobre la muerta de Giulio Regeni.