Dedalus and Arianna

Valentina Cappelletti entró en contacto con los comités de empresa europeos hace unos quince años, cuando en calidad de sindicalista de Fiom trabajaba con algunas multinacionales en Milán. Por aquel entonces, entró en contacto con delegados de los comités de empresa. Habla de ellos y de sus potencialidades estratégicas, ante todo su capacidad de influir en las decisiones de la empresa.

¿De dónde viene esta convicción que tienes?

Viene de las experiencias que he hecho. Recuerdo cuando Otis tenía planeado trasladar parte de la producción a Europa oriental. Logramos evitarlo haciendo hincapié en el rol del comité y en la relación proficua que habíamos construido entre nosotros.

¿Con respecto a la relación entre comités y sindicatos, existen puntos críticos?

Los estamos resolviendo. Las dificultades más grandes tenían que ver con la manera un poco chapucera que teníamos nosotros los delegados de enfrentarnos a los temas europeos. Los miembros de los comités actuaban solos. Pero tras experimentar en nuestras carnes la evidente conexión entre nivel global y nivel local, las cosas están cambiando. Poco a poco nos estamos aclarando y abandonando el escepticismo inicial con el que solíamos observar la actividad de los comités. Por otro lado, trabajar con los comités es una manera de influenciarlos. Cgil puede aportar mucho dentro de un comité. Lo hace constantemente, eligiendo entre sus afiliados los delegados que irán a negociar con los directivos de las multinacionales.

¿Cuál es tu opinión sobre la posibilidad de que un comité pueda tener poder de negociación?

Yo tengo un enfoque pragmático. Antes de definir jurídicamente este tipo de negociación, tenemos que darles a los comités la posibilidad de ejercerla. Creo que sería la forma ideal para acumular la experiencia necesaria, reduciendo esos temores que siempre acompañan los cambios importantes. Antes hay que hacer mucho: conocer la cultura empresarial de los distintos Grupos, orientar mejor los procesos formativos, sentirnos más involucrados. En resumidas cuentas, tenemos que experimentar esta nueva perspectiva antes de realizarla.

¿Qué aspecto del comité de empresa europeo crees que podría influir positivamente en la cultura sindical a nivel nacional?

La multiculturalidad. Hoy experimentamos el aspecto transnacional solo a través de los comités de empresa. En cambio yo creo que deberíamos inspirarnos en el extranjero para volver a plantear nuestras competencias sindicales, independientemente de los comités de empresa. Es cuestión de apertura mental y nos permitiría mejorar las capacidades estratégicas en nuestro país.

¿Te refieres a una suerte de forma mentis?

Me refiero a algo más. El comité de empresa nos da una visión conjunta, y coloca la multinacional en un escenario hecho de conexiones, relaciones de causa y efecto, dinámicas laborales y financieras. En mi opinión tendríamos que aplicar el mismo enfoque para interpretar el funcionamiento de empresas diferentes de las grandes multinacionales. Estas últimas son el ejemplo más patente de sociedad en forma de red, pero no son las únicas. En Italia existen muchísimas empresas que, a pesar de no ser multinacionales, se destacan por su perfil internacional y por su organización en cadena. Por lo cual, sí: abramos nuestra mente. Abrámosla al mundo.