Dedalus and Arianna

En 2014, durante una reunión entre comités europeos, el CEE de Unilever recibió un premio. Este galardón fue un reconocimiento de su capacidad innovadora, por haber inaugurado un instrumento útil para obtener más eficacia en los mecanismos de consulta: la así llamada Agenda de Barcelona.

«Sentíamos la necesidad de plantearnos algunos temas con más continuidad, para poder ejercer una real presión sobre las decisiones empresariales. De hecho, Unilever no nos estaba escuchando. Aunque estábamos suficientemente informados sobre lo que sucedía en las varias sedes de la multinacional, no lográbamos influenciar sus decisiones.», cuenta Carlo Carelli, miembro de la plenaria y del comité de coordinación.

La Agenda, activa desde 2010, funciona por medio de la creación de grupos de trabajo, que tienen la tarea de profundizar determinados temas para luego discutirlos con la empresa, para poder llegar a una visión común.  

En ocasión de la próxima reunión plenaria, prevista para marzo, el CEE tiene la intención de incluir cuatro puntos en la Agenda: la salud de los empleados, el respeto por la diferencia de género, el desempleo juvenil y la organización del trabajo. «Nuestro objetivo no es solamente el de parar algunos intentos, como el que ya se ha anunciado, de retocar los sueldos. Queremos que Unilever llegue a ser una empresa cada vez más sólida, a través de la atención que presta a los cambios y a las exigencias expresadas por sus empleados. Es importante. No solamente en vista de la dimensión europea de la que estamos hablando ahora, sino también en vista de la dimensión local, en la que cada uno de nosotros está insertado.»

Carelli está acostumbrado a mantener unido este doble nivel. Está orgulloso del hecho de que algunos estímulos en la Agenda de Barcelona ya se han convertido en materia de negociación territorial. Justamente en Italia se ha lanzado un proyecto pilota para reforzar la igualdad de género en las sedes del Grupo, como efecto de las profundizaciones entabladas en vista de la plenaria.

Carelli va aún más allá. Para él, el CEE puede contribuir a la maduración de un movimiento sindical europeo. «Tenemos contactos, conocimiento de los procesos de producción, acceso a la información. Pero también los sindicatos de los diferentes países que componen nuestro comité necesitan abrirse más a la dimensión internacional. Pienso en mi caso, en la Cgil. Necesitamos mejorar nuestra capacidad de percibir la relación concreta que une Italia a Europa, y, yo diría, al mundo. Por esta razón, considero que los momentos de encuentro entre miembros de comités diferentes como los que organiza la Cgil Lombardia son realmente positivos. Tenemos que ampliar el sendero de buenas prácticas para que se transforme en una vía principal.»